viernes, 23 de enero de 2009
domingo, 18 de enero de 2009
Sur.
El mito enseña que hasta Colón, todos los seres humanos en la tierra pensaban que el mundo era plano. ¿Cómo es posible que Isabel la Católica empeñara sus tesoros en un proyecto tan absurdo?
La verdad es que la circularidad de la tierra ha sido conocida desde tiempos inmemoriales. Ya que los textos escritos más añosos provienen de quienes a la postre fueron nuestros conquistadores, se les suele señalar a ellos, a los antepasados de los europeos, como los primeros astrólogos. Al contemplar las estrellas hacia el norte se observaba, y se observa, una danza estelar, más bien una ronda. Gracias a ello desde hace miles de años los sabios de todas partes han sabido que la tierra es redonda y que su eje de rotación se asoma en el norte.
¿Y el sur?
Los pueblos amerindios obtuvieron avances científicos y técnicos considerables antes de ser subyugados por la espada, la armadura, el caballo y la ambición desmedida. Para controlar la agricultura al punto que lo hicieron, hasta hoy es posible distinguir las terrazas con que cultivaban sus alimentos los incas en escarpados acantilados en el norte de Chile y el sur del país, tuvieron que dominar estas artes con la misma prolijidad, y quizá más, que los egipcios. La gran diferencia del Imperio Inca, los Mochica, la cultura Nazca, etcétera, es que el norte que servía de referencia para casi todos era el sur. La cruz del sur.
Es que el sur es lugar históricamente menos poblado de la tierra. No es por que posea menos planicies ya que el aporte de la Antártida es significativo, sino que en gran parte ha sido inhabitable. Hasta hoy la patagonia chilena y argentina se cuenta como uno de los lugares con menos habitantes en el mundo pese a poseer agua y un clima casi tan hostil que la mayor parte de Europa. Sólo es comparable a Siberia y Alaska.
La fascinación que produce el sur es dada por su excepcionalidad y gracias a los mitos de los conquistadores sobre éste. El mismo nombre patagonia se originó porque los europeos encontraron grandes huellas en la nieve producidas por un rústico calzado.
Magallanes, Shackleton, Amundsen, James Cook entre otros grandes navegantes y descubridores, han sido arrastrados hacia ese gran imán para los sueños que es el sur. Así como una gran yacimiento de hierro en Groenlandia alinea todas las brújulas hacia el norte, el cabo de hornos signa la huella de los renegados, de los corsarios, de los últimos aventureros.
Como los viejos marinos que pensaban que el sur era la antípoda, el mundo opuesto, habitado por engendros, un lugar en que las leyes físicas del norte no se aplicaban, el mundo sigue construyéndose desde el norte. Su lugar marginado, subalterno, permite la fecunda creatividad que tiñe de verde los suelos más hostiles. Y de ese azul profundo que sólo el pacífico austral es capaz de concebir.
miércoles, 7 de enero de 2009
Index
lunes, 5 de enero de 2009
Código del Amor, Europa Siglo XII
I
La alegación del matrimonio no es excusa legítima contra el amor.
II
Quien no sabe celar no sabe amar.
III
Nadie puede dedicarse a dos amores.
IV
El amor puede siempre crecer o disminuir.
V
No tiene sabor lo que un amante consigue del otro amante a la fuerza.
VI
El hombre no ama ordinariamente sino en plena pubertad.
VII
Se ordena que a la muerte de uno de los amantes se guarde una viudez de dos años.
VIII
Sin razón más que suficiente, nadie debe ser privado del derecho a amar.
IX
Nadie puede amar si no está convencido de su amor (por la esperanza de ser amado)
X
Por lo general el amor es expulsado de su casa por avaricia.
XI
No conviene amar lo que daría vergüenza desear en el matrimonio.
XII
El amor verdadero no ha desear otras caricias que las que proceden de la persona amada.
XIII
Amor divulgado es rara vez duradero.
XIV
El éxito demasiado fácil pronto quita su encanto al amor: los obstáculos lo aumentan.
XV
La persona que ama palidece en presencia de la persona amada.
XVI
Temblamos a la mirada inesperada de la persona amada.
XVII
Nuevo amor expulsa al antiguo.
XVIII
Únicamente los méritos nos hace dignos del amor.
XIX
El amor que se extingue cesa rápidamente, y rara vez se reanima.
XX
El amor es siempre tímido.
XXI
Con los celos verdaderos, el amor crece siempre.
XXII
Con la sospecha y los celos que de ella nacen aumenta la fuerza del amor.
XXIII
Duerme menos y come menos quien está obsesionado por un pensamiento de amor.
XXIV
Todo acto del amante concluye con un pensamiento para quien ama.
XXV
El amor verdadero no encuentra bueno sino lo que puede agradar a la persona amada.
XXVI
El amor no puede rehusar nada al amor.
XXVII
El amante no puede hartarse de la persona amada.
XXVIII
Una débil presunción hace que el amante sospeche cosas siniestras en la persona amada.
XXIX
La costumbre excesiva de los placeres impide el nacimiento del amor.
XXX
El que ama tiene constantemente ante sí la imagen de la persona amada.
XXXI
Nada impide que una mujer sea amada por dos hombres y un hombre por dos mujeres.