domingo, 18 de enero de 2009

Sur.

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El mito enseña que hasta Colón, todos los seres humanos en la tierra pensaban que el mundo era plano. ¿Cómo es posible que Isabel la Católica empeñara sus tesoros en un proyecto tan absurdo?

La verdad es que la circularidad de la tierra ha sido conocida desde tiempos inmemoriales. Ya que los textos escritos más añosos provienen de quienes a la postre fueron nuestros conquistadores, se les suele señalar a ellos, a los antepasados de los europeos, como los primeros astrólogos. Al contemplar las estrellas hacia el norte se observaba, y se observa, una danza estelar, más bien una ronda. Gracias a ello desde hace miles de años los sabios de todas partes han sabido que la tierra es redonda y que su eje de rotación se asoma en el norte.

¿Y el sur?

Los pueblos amerindios obtuvieron avances científicos y técnicos considerables antes de ser subyugados por la espada, la armadura, el caballo y la ambición desmedida. Para controlar la agricultura al punto que lo hicieron, hasta hoy es posible distinguir las terrazas con que cultivaban sus alimentos los incas en escarpados acantilados en el norte de Chile y el sur del país, tuvieron que dominar estas artes con la misma prolijidad, y quizá más, que los egipcios. La gran diferencia del Imperio Inca, los Mochica, la cultura Nazca, etcétera, es que el norte que servía de referencia para casi todos era el sur. La cruz del sur.

Es que el sur es lugar históricamente menos poblado de la tierra. No es por que posea menos planicies ya que el aporte de la Antártida es significativo, sino que en gran parte ha sido inhabitable. Hasta hoy la patagonia chilena y argentina se cuenta como uno de los lugares con menos habitantes en el mundo pese a poseer agua y un clima casi tan hostil que la mayor parte de Europa. Sólo es comparable a Siberia y Alaska.

La fascinación que produce el sur es dada por su excepcionalidad y gracias a los mitos de los conquistadores sobre éste. El mismo nombre patagonia se originó porque los europeos encontraron grandes huellas en la nieve producidas por un rústico calzado.

Magallanes, Shackleton, Amundsen, James Cook entre otros grandes navegantes y descubridores, han sido arrastrados hacia ese gran imán para los sueños que es el sur. Así como una gran yacimiento de hierro en Groenlandia alinea todas las brújulas hacia el norte, el cabo de hornos signa la huella de los renegados, de los corsarios, de los últimos aventureros.

Como los viejos marinos que pensaban que el sur era la antípoda, el mundo opuesto, habitado por engendros, un lugar en que las leyes físicas del norte no se aplicaban, el mundo sigue construyéndose desde el norte. Su lugar marginado, subalterno, permite la fecunda creatividad que tiñe de verde los suelos más hostiles. Y de ese azul profundo que sólo el pacífico austral es capaz de concebir.

1 comentario:

Connie Tapia M. dijo...

La verdad es que en lo personal, prefiero que todo se siga construyendo desde el norte como ha sido hasta ahora, así el sur sigue con su magia, mística e inspiración para muchos que saben leer entre los árboles y bosques frondosos que tiene nuestro bello Sur de Chile.