Las gotas de amor que caen sobre tu frente cuando transpiro contigo, son transparentes, son cuando te miro, son también el brillo de mi mirarte con esa lujuria de decirnos, no nos bañemos nunca para adorarnos, en ese mar de placeres que nunca antes sentimos.
domingo, 31 de mayo de 2009
Poesía para el Sexo
jueves, 28 de mayo de 2009
Delirio
Si llora no más, llora tu llanto romántico de gueones con moto y chaquetas de cuero, si llora no más, los gueones con cuento, los ferpectos. Bueno yo siempre fui invisible. Pa vos, la tetona rica, la antitesis de los nerd, la más rica de todas.
Yo soy uno de esos.
Soy tu pesadilla porque nunca más me verás.
Te digo que la llevas en la micro, llenas de todas esas mediáticas como tu, ordenaditas, de uniforme, responsables con sus medias y escotes, tetonas igual las mierdas, e insondables con ese 48% que llevan a cuestas, esa vida oculta que nunca nos dicen.
Porque tu esterilidad madre, la escribiste desde chica. Estabás sólo para eso, ser madre, la más María de las madres.
Ese imbécil que nunca pelea, ese loco que se hace el loco, si ese mismo, que te escribe desde la locura de ser probo, de ser marketing legionario, deítico, casi perfecto, eso sí, en verdad, con uniforme de vida y casi con hijos sin sexo. A pesar de las putas, que siempre perfecciono.
En verdad sí me provocas, NO, tampoco quiero ser como ese lana pacifista que nunca hace nada, ese del Taichí, que nunca provoca nada de mi canibalismo. Porque en verdad todos podemos ser viles. Sólo hay que reconocerlo. De ahí partimos.
jueves, 21 de mayo de 2009
Una Breve Charla Con Mario Benedetti.
- Sabe Don Mario, estoy leyendo su novela La Tregua...
- Ahh, qué interesante ¿La andas trayendo?
Quedé perplejo, pues me parecía que quería firmarla a toda costa. Ese día no la traía en mi mochila, pero si la hubiese cargado habría dudado en ofrecérsela pues era de aquellas ediciones piratas peruanas que se conseguían por quinientos pesos en la plaza Almagro. Aún no terminaba la novela y luchaba porque no se desojara en mis manos. Si se la pasaba capaz que se molestara o que lo hiciera alguien de la editorial pues sus libros costaban mucho más de diez veces que el mio, y se ofrecían en bellas ediciones en hojas blancas bien encoladas.
- Pero no la traje hoy.
- Pues traela mañana y te la firmo -me respondió, ya más locuaz-.
- ¿Va estar aquí?
- Aquí aquí, no creo. No me han dicho todavía donde. Mañana recito y va a venir algo de público, espero.
- ¿Va a leer alguna de sus novelas?
- Algunos fragmentos y también un poco de poesía.
- ¿Usted es poeta también? - dije asombrado-.
El se rió, de pronto era un niño gordo riéndose a carcajadas.
- Si, también escribo un poco de poesía.
Me despedí. En la mañana cargué el libro, tratando que no se desojara. Después del liceo caminé hasta la Estación Mapocho. Una larga fila de personas aguardaba poder entrar. Le consulté a una de ellas qué pasaba:
- Qué, acaso no sabes, hoy está Mario Benedetti - me respondió airada una mujer al tiempo que me recriminaba por mi ignorancia-.
Una hora de fila y logré escabullirme, detrás de unas cortinas logré divisar a mi contertulio del día antes. Miles de personas en la sala el Zócalo, en el subterraneo, y no había más música que la poesía. Al finalizar cada pieza los aplausos, los gritos, los sollozos de las personas que lloraban al recordar los sueños rotos, las esperas, las ausencias, todo aquello que el poeta había simbolizado como el único tablón flotando a la deriva.
Recordé algunos, y me dí cuenta que habían sido utilizados en el "Lado Oscuro del Corazón" de Eliseo Subiela, que otros los había escuchado o leído, pero que nunca había retenido el nombre del responsable.
La primera visita de Benedetti a Chile después de la dictadura era una mezcla de ritual pagano y de concierto de Rock. El público se contenía para no atropellar a los demás, y besarlo como si se tratara de Mick Jagger.
Al finalizar el recital el poeta tuvo que salir custodiado, mi libro aún más arrugado que antes había precipitado hasta el fondo de la mochila de mezclilla.
Aún conservo el viejo tesoro, aún no esté firmado para mi vale mucho.
Cuando la vida me regaló más años pude comprender mejor "La Tregua". En el liceo hasta vimos la película, pero para comprender debía hacerla carne. El sexo casual del viejo y la joven que se conocen en un autobus, que inspiró la bella balada de Oscar Andrade llamada como el libro, al vivirla años más tarde la sentí como un deja vu. Al pasear por Montevideo creí encontrar en cada esquina tomando una Pilsen al poeta, el que nuevamente me preguntaría si traía la vieja edición pirata de su novela.
A quien quiera brindar por Benedetti le sugiero que no se apure. Lea "Gracias por el Fuego", una maravilla de novela, vea la adaptación fílmica de la Tregua y el "Lado Oscuro del Corazón" aunque parezca demasiado dulzona. Viaje a Concepción, un Montevideo muy cercano en el cual quizá conozca alguna bella joven que le recuerde que aún está vivo. Y escuche la Tregua, de Oscar Andrade. Luego se dará cuenta que es irrelevante que Benedetti haya muerto, pues sigue estando con nosotros en todas partes.
Ariel Zúñiga, Maipú 21 de Mayo de 2009.
Canción La Tregua de Oscar Andrade en Youtube.
Sobre la película La Tregua, Vida en 35 mm
Para una Visión Menos Heroica de Benedetti, lea la crónica de Roger Bartra sobre su participación en la Casa de las Américas.
miércoles, 13 de mayo de 2009
Revista Tinta y Barrotes.
Directora: Lorena Díaz Meza.
Subdirector: Julio Esperguel Santander.
Editor: Esteban Messina Flores y Alfonso Berríos.
Diagramación: azeta.
Secretario: Cristian Rojas Retamal.
Fotografías: Rodrigo Hernández.
Colaboradores directos: Héctor Morales, Leonardo Isla, Marcelo Riquelme,
Luís Riveros, Luís Álvarez, Marcelo Aránguiz, Sebastián Arancibia.
En esta oportunidad colaboraron: Mario Farías Sepúlveda, Consuelo Tapia, Hernando Vega Oreña, Palmenia San Martín, Fernanda Urrea, Daniel Choque Pino, Connie Tapia Monroy, Francisco Elkin Rocuant, Eduardo Mena Zapata, Carlos Beltrán Soto, Patricia Franco, Alan Maitland, Jonathan Lokinivic, Pilar Arratia, José Manuel de la Fuente, Rodrigo Cadegar y Ariel Zúñiga.
Además nos brindaron su apoyo y trabajo: Diego Muñoz Valenzuela y Leo Lobos.
Descárguela Aquí en Pdf e imprímala usted mismo.