domingo, 2 de agosto de 2009

Piano Bar a Secas.

Que se expresen las lenguas vivas y los demás se callen.

Por Ariel Zúñiga


Por diversos medios electrónicos me informé de la realización de un “Piano Bar” organizado por la biblioteca de Maipú. Asistí sin la menor idea de qué se trataba aunque las dos palabras del título, en su sentido natural y obvio, indican música suave y alcohol, ergo, conversación, intimidad; si el convocante es una biblioteca refiere además a literatura. Esos antecedentes deberían bastar y sobrar para aventurar qué puede llegar a ser un Piano Bar.

Pero la actividad no era sino la ceremonia de término de semestre de los talleres que operan al seno de la biblioteca del municipio lo que desplaza a la literatura de lo central priorizando en una serie casi infinita de tópicos más importantes; si tal antecedente se hubiese informado cada quién podría haber elegido perder su tiempo como bien le viniera en gana. Una amiga me había dicho ya hace un mes que el Piano Bar no le “tincaba” ya que no habría ni piano ni menos bar. Debido a que soy un optimista jubilado le dije que iría de todos modos aunque la música proviniera de un mañoso equipo estéreo y las viandas, en vez que pequenes, fueran galletas recomendadas por la doble A y las bebidas sucedáneo de café y té supremo. Lo importante era la literatura y eso valía con creces caminar tres cuadras hasta la plaza y sentarse un par de horas.

Las especulaciones respecto a la distancia sideral que existiría entre la actividad publicitada y la realizada era alimentada por la endémica costumbre a exagerar presente en algunos nichos etiológicos, en especial la de los burócratas, con mayor razón en época electoral.

Obstante a estos pre juicios, la actividad no era un choclón destinado a que apareciera el Alcalde hablando maravillas de su contribución a la cultura, las artes y la cafetería local; sólo era el término de semestre de una actividad que se realiza en la biblioteca infestada de ese servilismo provinciano en que los jefes buscan quedar bien con otros jefes, los que a su vez quieren quedar bien con todos, y en que los obsecuentes ganan espaldarazos y sonrisas a codazo limpio. Lo novedoso era el lugar elegido, amplio, incluso acogedor, aunque tan oscuro como un cine rotativo.

En una sociedad del espectáculo todos, hasta el ciudadano más modesto, se presta al juego de figurar, aunque sea por 1,5 segundos - la conocida frase de Warhol ha debido actualizarse según el crecimiento vegetativo de la población -, es por ello que no era el talento la razón por la que algunos participaron. Cuando esto es así constituye una flagrante agresión al público quien no asiste regularmente a actividades culturales, por ser poco frecuentes, y porque además existe el conocido precedente de que los figurones las hacen zozobrar. Sea el figurón que da el discurso creyendo que estamos en la época de los clubes radicales o en alguna reunión de la logia de los búfalos mojados, o aquel que descubrió las presentaciones computacionales y cree, por algún delirio modernista pasado de moda, que alguien quiere ver diapositivas que explican la belleza o la pertinencia de esto o aquello. Lo más patético de esto último es que esos feligreses de la alta tecnología por lo general son neófitos lo que hace fracasar la presentación una y otra vez exigiéndole al público una paciencia lindante en la santidad. Finalmente se coordina la música y las diapositivas y resulta que el mensaje es obvio, esperable y olvidable, en suma, prescindible. Al igual que las intervenciones de los jefezuelos que aprovechan de tonificar las cuitas en horarios de descanso, o de especular con un malogrado ego que los ha hecho buscar el podio sin otro talento que las ganas, el voluntarismo, la patudez y o el pituto. El resultado es algo peor que la de un meeting encubierto, es un exibicionismo de vulgaridades primarias que deben ser realizadas en el contexto doméstico o en hospitales bajo atenta supervisión psiquiátrica.

Todo esto, sumado y aprisionado en el mismo fardo, no hace sino provocar una estampida de los ávidos de cultura. Quien asiste a un acto como éste por su propia voluntad lo más probable es que no lo haga nunca más y que seguramente evite muchas otras que se publiciten de ese modo. Cuando alguien se intoxica comiendo prietas su cuerpo rechaza las cebollas, las nueces y la carne roja; la forma de lidiar con nuestros traumas es clausurando puertas y así evitamos lo placentero para no sufrir. ¿Volverá a un evento parecido un joven en que sus padres con suerte leen “las últimas noticias” y asiste a una actividad como esa? Cuando algunos se preguntan sobre la escasa convocatoria de estas actividades o porque su público cautivo envejece irremediablemente, sin posibilidad de renovación, deben partir de la base que en la era digital nadie se sienta dos horas en un sitio en forma voluntaria para ser aburrido de modo continuo y sistemático.

Si todo esto no fuera suficiente, además, la banalización de la imagen debido a la democratización de los medios fotográficos hace comportarse a los individuos como una especie de yonquis del enfoque, incapaces de vivir sus vidas al momento que las viven pues están sacando fotos como turistas japoneses. El monopolio en un asunto como este tenía sus ventajas: Desde luego que había que soportar al prepotente fotógrafo del pueblo que podía cobrar un ojo y la mitad de otro por una foto que veremos dos veces y guardaremos. La proliferación de la cámara digital hace que todos los primates miméticos se sientan autorizados a poner sobre los derechos de los demás su neurótico clicqueo; nuevas cámaras capaces de fotografiar en silencio, a completa oscuridad, en movimiento y a cincuenta metros del objetivo pero que algunos, quizá como un modo de lidiar contra el aburrimiento, deben atropellar a todo y todos por contarse en uno más de los paparazzos. Nuevas cámaras que en una computadora pueden compartirse en forma gratuita a todo el mundo pero cada uno quiere la suya, una foto que nadie verá.

Todas iban a ser reinas, y todos famosos. Desde los escritores de comuna hasta los actores aficionados. Todos instan, o para decirlo en perfecto chileno, hinchan cuanto sea necesario las pelotas para que los vean, aplaudan o reconozcan. El talento no es ni el motivo ni la motivación de sus actos, ni quieren figurar por sus dotes innatas ni quieren en modo alguno adquirir las herramientas que ostensiblemente requieren si de figurar profesionalmente se trata: Quieren figurar y punto.

Así que la literatura no era la invitada a este piano bar, tampoco el bar, y el piano careció de la centralidad que precisaba. El niño pianista en su breve concierto se esmeró en demostrar su buena técnica lo que eclipsó su talento, ni la juventud es buena por sí misma ni la vejez; a todos las mezquinas estrellas esquivaron sus dones por igual. La falta de alcohol, además, a ratos se tornaba insostenible. Vi a varios extras bebiendo copas al modo “hasta verte cristo mío”, quienes conscientes del aburrimiento generalizado, insisto, capaz de producir daño físico y cerebral a mediano plazo, actuaban en sordina y bebían a traición.

Pero aunque la literatura era la convidada de piedra finalmente se impuso. El grupo de poesía avanzada de Sergio Rodriguez demostró cuánto se es capaz de hacer cuando los escritores se dedican a escribir. Parafraseando a las nuevas versiones de Heródoto y sus relatos sobre las Termophilas: “Ustedes qué hacen: escribir, escribir, escribir”. Eso es todo. Eso no significa que la escritura deba quedar guardada en un anaquel juntando polvo, o en la biblioteca comunal que casi es lo mismo, deben buscar el modo que esa voz se escuche entre tanto ruido y figurón que monopoliza el éter. Cuando Rodriguez comenzó un largo y aburrido discurso pensé que todo iba a estar tan mal como lo anterior; asemejaba a los perros ladrando antes de un terremoto. Pero la poesía abrió el corazón del auditorio, descargó las pilas de los fotógrafos condenándolos a sus respectivos asientos, de pronto las palabras dejaron de ser una agresión en contra del silencio. La Vie et Rose y Hello Dolly en la versión de Louis Armstrong, Duke Ellington. ¿Cuán perfecto habría sido todo si el pianista los hubiese acompañado y si un saxofonista se añadía? No presentaron sus mejores trabajos, tampoco estaban todos los buenos poetas de aquel grupo, sin embargo hicieron lo suyo. Uno tras bambalinas me dijo “es que nosotros nos aprendimos nuestros textos”. Él lo percibió así desde el escenario, está equivocado, el tema es otro: Poetas a la poesía y punto. Mientras el prolífico grupo de Rodriguez crece en su autonomía y anonimato otros, como el de Floridor Pérez en la chascona, muestran sus obras a la comunidad usando los medios tecnológicos disponibles. ¿Qué bello habría sido filmar la presentación de los poetas maipucinos? No por la compulsión por el registro sino para que otros pudieran asistir y respirar la magia, para que los vean en un colegio rural del altiplano o la patagonia, para que muchos puedan vivir la experiencia dulce eludiendo a la agraz.

Del grupo de literatura preferiría no extenderme pero sería de mal gusto. Insisto, ¿Escritores qué deben hacer? Escribir, escribir, escribir. Pero no deben tampoco escribir cualquier cosa; se debe vivir y leer, y si eso no es posible leer cuatro veces más. Y aquellos que se las dan de escritores deben forzosamente tolerar a aquellos que nos las damos de críticos.

No soy de los que defienden a los libros por ser libros, hay algunos que deberían estar exentos de impuestos y otros que deberían tributar diez veces al igual que el cigarrillo y el alcohol. No me parece sano que los niños lean a Harry Potter ni que los adultos lean The Secret, ese tipo de basura que genera daño seguro a la salud cultural de los pueblos debería contribuir en relación a sus nefastas consecuencias. Por lo tanto el que en Maipú se escriba no es un asunto que deba importarnos en lo más mínimo. Que algunos escriban bien es lógico puesto que nuestra comuna tiene tantos habitantes como algunas capitales europeas y casi su mismo nivel de instrucción; sobre una base poblacional así deben existir algunos capaces de juntar una palabra con la otra. El tema a relevar es sobre de qué se escribe. El año pasado se intentó una repasada por el ensayo pero sólo un par de trabajos pasaron el umbral de la carta al director. Con el cuento el asunto se ha agravado al punto de llegar a una situación de colapso con lo del guión teatral; el curso, debido a que se ha transformado en una terapia privada para algunos, redunda en que el grupo en sí mismo se ha convertido en un rechazo de plano para el joven que quiera incorporarse. A causa de lo anterior a parte de envejecer física y mentalmente su materia prima se encuentra sumida en un estancamiento creativo que su presentación no hizo más que dejar en evidencia. Cuando las ventanas no se abren los pulmones no trabajan bien y eso afecta finalmente a la pluma. Con el taller de creación teatral se pretendía plasmar tridimensionalmente las historias producidas por el grupo, pero éste al decaer ya no tiene historias que valgan la pena compartir; al transitar de grupo de estudio a círculo de amigos ya nadie es capaz de decirse o reconocer que están haciendo todo mal. Si alguien lo hace no lo escuchan, lo juzgan de acuerdo a la epistemología de manada o los hacen nadar con un cómodo calzado de hormigón. No se trata que el costumbrismo esté pasado de moda, que sus principales exponentes sean actualmente los nombres de algunos colegios provincianos y nadie menor de setenta años los lea, cada cual debe escribir como se le venga en gana. Mi pregunta es, si ya existe por ejemplo un Luis Rivano ¿Para qué necesitamos a un Mario Cáceres? El costumbrismo puede ir desde la historia de la vaquita buena moza que a nadie le interesa hasta la de patos malos que hablan un coa barroco y mitológico, descontextualizado, en fin, lenguas muertas. Ese tipo de literaturita provoca aplausos y galardones en un público iletrado pero jamás traspasará la barrera del callejón de los perros o de la contemporaneidad. Esa escritura no es algo de lo cual los maipucinos debemos sentirnos orgullosos pues se ha transformado en un vicio doméstico como cuando algún grupo de seres humanos consideran divertido echarse pedos. Es decir, no es un aporte de Maipú a la humanidad; la escritura es algo más que una reunión de palabras y los escritores fundamentales no se construyen actuando como meretrices ardientes de aplausos independiente de quien provengan.

Tres fueron los cuadros que presentaron. En dos de ellos se asumió que el público estaba compuesto por doscientos pelmazos incapaces de comprender el contexto si es que no se les avisaba antes. Juzgar al público de antemano, y además considerarlo estúpido, no parece más que una proyección freudiana de los artífices de la “lectura teatralizada”. El carácter de superamigos que ha adquirido paulatinamente el grupo impidió que alguien realizara la labor de director, o que lo hiciera bien, lo que redundó en que se perdiera todo lo bueno de algunos textos. Es el caso de la teatralización del brillante cuento de Sofia Parada, que actuó ella misma. El galán, la muerte, no la acompañó en lo más mínimo y además la falta de un director diligente llevó a que se “hiciera una presentación de la obra” y luego se realizara un final explicativo, a prueba de idiotas, de la misma. Se perdió la fuerza de un remate explosivo y audaz, además de un contenido universal admirable, no sólo extramaipucino. Y más aún, nadie moderó la cantidad de cebolla que se le agregó a ese caldo, la que tampoco estaba amortiguada, por lo que produjo lágrimas y aún le repite a algunos comensales.

Luego vino un sketch, mejor actuado, sin duda más ensayado, pero que al ser tan básico el guión era una cabal muestra del desprecio a priori que se tenía por el público.

Finalizaron con una obra destinada al formato televisivo, o más bien pasamos del piano bar al café concert, e insisto, sin una gota de alcohol para los maltratados asistentes. Un texto como dije antes costumbrista, incluso populista. Para hacer magia se debe correr riesgos y aquí no se tomó ninguno, en vez que agudo se fue vulgar, y en vez que crítico bufonesco. Los personajes no eran tales sino que caricaturas, sin mundo, sin vida, despojos humanos a los cuales se les había tatuado un estereotipo unidimedionalmente. La crítica no es a la puesta en escena, no es a la dirección, a la iluminación o al sonido, es a lo que se supone sabe hacer muy bien cada uno de los actores de ese cuadro: Literatura. Ya lo he dicho en otras oportunidades, allí hay algunos que podrían escribir novelas del corazón o guiones para telecine, ganarían dinero, vivirían bien, poseen los requerimientos técnicos para acometer esa tarea ¡Pero que por favor no me vengan con que eso es un aporte a la literatura! Eso es escribir para la industria del entretenimiento no para incluirlos en un selecto grupo junto a Balzac o Dostoyevski. Esos tipos vaya que escribían, y eso hicieron los del grupo de Sergio Rodriguez lo que hace buena su representacion aunque terminara siendo impopular, aunque fuera al costo marginal de eventuales pifias. Mientras unos despreciaban al público otros dijeron esto hacemos, esto somos; los aplausos fueron una corona no un basurero.

Los grupos de literatura básica estuvieron a la altura de su básico entrenamiento. No es justo para el público el que se los incluya junto a otros que se dedican a escribir, lo hagan bien o mal; poesía y literatura avanzada no es un grupo de aficionados y deben ser juzgados como tales. Algo a mala copia de otras malas copias exudaba el grupo de Sanchez, de esa poesía a la moda, de ese posmodernismo estético es decir, esnobismo de quinto enjuague. Hay una pluma ahí que signa el destino de muchos, y si nuevamente el grupo realiza una obra colectiva en que parece estar escrito por la misma persona es porque algo falla. En vez que identidad de grupo necesitamos individuos universales capaces de comunicarse con todos los mundos y épocas, eso es la literatura lo otro es cohelismo. Gran parte de la cultura es imitación y adaptación pero el arte comienza donde termina la copia.

Finalmente el municipio, una vez más, hizo pesar las tres chauchas que coloca para que estas actividades, exitosas o fallidas, se realicen en su seno. Es vergonzoso que la directora de la biblioteca parlotee y reparta diplomas pues, que yo sepa, a lo más escribe cartas de recomendación. Esa es la actitud propia de Sancho gobernando su ínsula que torna en patética cada actividad pública en nuestra comuna. No entienden ni entenderán que ellos no están regalando camisetas a un club de barrio y que lo que hacen ni es caridad ni menos justicia, siendo indulgentes a penas es su trabajo. La tercera comuna más rica del país, dueña de las fuentes de agua de toda la zona poniente de Santiago, y de una altísima recaudación comercial e industrial, tira dos pesos al tarro de la cultura y más encima después los cobra en relaciones públicas. Necesitamos más recursos, mucho más, y necesitamos respeto. Un municipio tan rico por lo menos debería becar al año a algún joven o a algunos para que escriban a tiempo completo, y tal derecho debería alcanzar a personas fuera de la comuna de modo que la biblioteca de Maipú sea un faro en vez que un quiosco. Ni siquiera se comprende que los que asisten a estos talleres carecen de recursos y por lo tanto no pueden elegir entre este curso y otros. Además es un trato vejatorio el que se considere dádivas municipales el brindar un espacio para que algunos enaltezcan a la comuna mientras los “dadivosos” lucran con dicho prestigio mal habido.

Que todos esos burócratas faciliten el trabajo que no comprenden, que abran la puerta, que sirvan el café y dejen que los lectores lean y los escritores escriban pues cuando cada uno hace lo suyo todo está bien. Una biblioteca debe ser el reino de los sabios no un enclave más de la ley de la selva.



6 comentarios:

Connie Tapia M. dijo...

Uff!! un viernes irregular en mi vida, donde se cala hondo en la fibra de mis venas, donde no entiendo porque estoy en medio de una kermesse de colegio. Lo unico que hizo volver mi alma al cuerpo fue el grupo de poesia, porque ellos si hicieron arte, literatura. Comparto con Ariel cuando dice sus razones porque los jovenes se escapan, tambien su reclamo del porque no existen becas para los escritores, sin embargo si se eligiera este beneficio como actualmente eligen quienes leen, o al criterio del profesor, no avanzariamos nada, porque los beneficiados serian los mismos que no renuevan y siguen escribiendo por terapia y no por creacion, serian los beneficiarios porque van a todas las clases o porque hacen todas las tareas.
Las presentaciones del taller de narrativa, para mi, fue una burla al teatro de verdad, aunque a la salida, me dijieron "eran representaciones leidas" de igual forma no me gusto esta explicacion, porque igual no me gusto, igual encontre que si se hace teatro se debe respetar lo minimo que este representa... ademas, que en lo personal y entiendase personal, la literatura de lo cotidiano me tiene saturada, mejor tomo el diario las ultimas noticias y leo lo que pasa a diario.. sin embargo, yo rescato que hay muchos del taller de narrativa, que hacen lo que hace un escritor, escribir y crear, y me quedo con esa imagen y con los poemas de los chicos de poesia, que es lo unico que se puede rescatar de ese viernes fallido

azeta dijo...

Comparto tu comentario, se originaría el problema de quién gana el concurso no de quien se lo merece por su talento o por sus carencias materiales. Lo único claro es que Undurraga gasta más en corbatas que en la literatura, y cada vez que lo hace insiste con exhibirlo en su vulgar feria de relaciones públicas.

Jessipao dijo...

Estimado señor: asistí a la presentación de los talleres de literatura el viernes pasado y si bien comparto algunos de sus dichos, me parece totalmente injustificada la "mala leche" con que los expresa (me disculpo por el chilenismo, pero francamente no logro dar con un adjetivo adecuado).
Al final no logro comprender su molestia: son TALLERES, lo que a mí modo de ver, implica proceso de aprendizaje o Ud. me va decir que quienes asisten a estos cursos son escritores profesionales (no dudo que haya algún porcentaje de desesperados en busca de edición pero mi buena fe me insta a creer que son los menos).
Los participantes de talleres son personas en busca de un lugar de expresión y esparcimiento y si bien deben estar dispuestos a las críticas, no necesitan de ironías y sarcasmos que más parecen arrebatos propios de la envidia.
Señor, la crítica siempre es bienvenida, la orientación es deseada, pero por favor, ubíquese en el contexto que corresponda.

azeta dijo...

Desde luego vuestro concepto de crítica, exenta de ironía, sarcasmo y argumentación, quizá sea habitual en nuestro entorno comunal. Pero el único modo que deje de ser de ese modo es realizando una crítica auténtica. Usted ve mala leche en dar la cara y argumentar; yo veo mala leche en quienes dicen que está equivocado un argumento y no lo refutan. Si está de acuerdo en parte de la crítica diga en qué; si considera que dije mentiras sea honesta y podremos discutirlo. Quienes se las dan de escritores deben soportar a quienes se las den de críticos y quienes se las dan de autoridades deben soportar a los ciudadanos.
En los talleres existen escritores profesionales, a ellos la crítica. A los aficionados no los toqué ni con el pétalo de una rosa.

Laura dijo...

Agradezco la crónica y los comentarios a ella. Rara vez se tiene la posibilidad de conocer la opinión real de alguien. Cuando en el taller de narrativa se opinó sobre la presentación, todo se volvió lanzamiento mutuo de flores. Intenté decir algo sobre la insistencia en reiterar lo obvio, defecto que comparten las dos primeras "lecturas", pero
nadie quiso quedar mal con nadie.
Como siempre, sólo yo quedé mal. En consecuencia, al haber intervenido todos, todos pecamos por igual.
Como dice Erzsebet, el asunto fue como una kermesse, aunque nadie esperaba algo distinto.
No se trataba de mostrar parte del trabajo del año de los talleres, sino cumplir con un pie forzoso en un plazo corto.
Efectivamente, el término "Piano bar" hacía pensar en algún pianista o tecladista real, tocando música alusiva a cada intervención, pero el joven sólo se había aprendido dos melodías, las que tocó cumplidamente. No comprendo el por qué del piano-catafalco.
Cordiales saludos

Connie Tapia M. dijo...

Laura, yo creo que ahi has dado en el clavo, cuando es un pie forzoso se pierde todo el sentido. Yo jamas olvidare cuando Baradit me dijo (y lo mas probable es que el tambien lo recordará de alguien mas) que la escritura se hace con sangre, se hace cuando el alma tiene algo que decir... si no hay nada que decir, entonces ya no hay creación.
Creo que hay que rescatar que los espacios se han abierto un poco más y que el termino de semestre no se hizo, como todos los años, en la pequeña sala de la biblioteca. Pero creo, que mucho de los que se tiran flores jamás han ido a un recital poetico (los invito a ir los martes a la casa de la fundacion neruda, en el barrio bellavista a las 19:30) o a una obra de teatro (que por cierto en matucana 100 existen los jueves populares a solo $2000, actualmente exhibiendo Juana). Pues si fuese asi, en un montaje teatral todos apagarian sus celulares y nadie estaria caminando de un lado para otro ocupando el flash de una camara. Si fuese asi, esta columna de Ariel, se tomaria como un gran reconocimiento a todo lo que aun falta por superar y no como un comentario mala leche.