lunes, 19 de octubre de 2009

Acostumbrada Letanía de Lunes por la Tarde.


Por Ariel Zúñiga Núñez (Azeta Ene)



Pasear a un perro viejo es seguirlo pues no te huele ni te escucha

e ir detrás de lo que es tuyo

de algo que te quiere porque lo alimentas

desalienta


Todo para evitar la celda que se ha transformado esta casa

los vasos quebrados y las colillas arrumbadas

de la fiesta que apostaste la vida a perder

el corazón empero late tal como la cabeza abombada

la garganta seca, casi peor que el bolsillo


La ausencia de los amigos que siempre están lo suficiente

que además se quedan demasiado

como el mal vino en el paladar

los desamores en la mente

y en el catre


de los huesos arrumbados en la sábanas

amor dilapidado en las insaciables fauces de la codicia

del acuerdo lúbrico

prostitutas no asumidas de tales

personas no conscientes de tales


La fiesta a que deberías llegar una hora después

o irte una hora antes

ese trago que deberías haber dejado a medias


Tras los besos interesados

que sin embargo sonríen y seguimos como a un perro viejo

tras lo nuestro para justificar el gasto

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